lunes, 16 de noviembre de 2009

Vamos, hay que seguir...

Sentimos el roce, la caricia en el alma, cuando menos se busca.

Cortas noches de largas confesiones, y manos tendidas para compartir soledades, venciendo miedos y vencidos por alegrías. Nos regalan esas manos que se posan en nuestros hombros, y nos acompañan cuando miramos a través de los rotos del espíritu que nos dejó el largo camino hasta el hoy…

Adoramos la gente, pero queremos personas. Un desconocido puede ser el mejor confesor, y convertirse en el más maravilloso acompañante para el viaje. Un guía inconsciente para el reconocimiento de uno mismo, incansable y entregado.

Miras atrás, sentado en el capó del coche, viendo la carretera tantas y tantas veces recorrida, y que ya no volverás a enfrentar para llegar a un destino donde dejaste todo.

Y ahí permaneces, sentado, encogido, entre pensamientos caóticos, hasta que llega el regalo que tanto esperas, y con su voz suave, te susurra: Vamos, hay que seguir…

1 comentario:

  1. La soledad es imposible de compartir, la soledad se encierra en uno mismo y cuando intentas compartirla, deja de existir.
    Hay muchas formas de soledad, puedes sentirte solo en medio de una multitud de personas, y puedes sentirte acompañado, cuando a pesar de no tener a nadie a tu lado, en la lejanía, sientes una conexión.
    Hay una soledad que corroe el alma, es esa que sientes, cuando pierdes la ilusión,la esperanza, cuando no quieres hacer nada, cuando la soledad se ha adueñado de ti por completo.
    Hay otro tipo de soledad, que está fuera de uno mismo, cuando no tienes con quien compartir una alegría, o una tristeza, no existe ni encuentras a esa persona adecuada, y te abates.
    Un desconocido, puede escucharnos con curiosidad, intriga, incluso buenas intenciones, pero no dejará de ser eso, un desconocido.
    No es que deje de apreciar ese acompañamiento. El misterio que encierra un desconocido, puede ser algo novedoso, diferente, pero, hay que actuar con cautela. Es frecuente caer en la tentación de cubrir las lagunas que tenemos de esa persona, con lógicas producidas por nuestra mente, y cuando la realidad asoma, suele hacerlo, dándonos un golpe seco.
    Mirar hacia atras... Volver a recorrer un camino, no quiere decir, caer en los mismos errores. Siempre hay matices que diferencian, y de que forma!, y... ¿piensas renunciar a todo aquello que sentiste alguna vez?.
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    CEGUERA

    Me abismo en una rara ceguera luminosa
    Un astro, casi un alma, me ha velado la Vida.
    ¿Se ha prendido en mí como brillante mariposa?

    No sé…
    Rara ceguera que me borras el mundo,
    Estrella, casi alma, con que asciendo o me hundo:
    ¡Dame tu luz y vélame eternamente el mundo!

    Delmira Agustini.

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