martes, 10 de noviembre de 2009

Tanto miedo...

a la cercania...

Todos vamos con una armadura por la vida, como si así nos salvaramos de un holocausto sentimental. No aceptamos bien la mirada en los ojos de un extraño (y en ocasiones, las de los conocidos) ni un abrazo que recibamos por que sí.

Bien es cierto que mucha gente usa nuestros pensamientos y sensaciones para dañarnos, y cuando confíamos, posiblemente alguna parte de nosotros esté ya empezando a temer por la intimidad entregada, porque así lo enseña el devenir del tiempo.

Sin embargo, buscamos de forma constante a la persona en quien confiar. La mayoria de las veces, de forma inconsciente, porque si lo hicieramos desde la conciencia de lo que hacemos, huiríamos. Y cuando la encontramos, recelamos, como si eso no fuera posible que existiera....

Aceptar los abrazos que nos ofrencen, la mano tendida para que la cojamos... a lo mejor nos deshumaniza, porque lo humano es el miedo a hacerlo. Miedo a tenerlo y perderlo, miedo a que haya entrega pero ésta no dure...

Y no deberiamos olvidar que no hay nada que sea más efímero que un beso y que sin embargo recordamos con agrado la sensación durante mucho tiempo...

1 comentario:

  1. ¿Quizá miedo a sentir?.
    Las armaduras las construyen las experiencias pasadas, los fallos, los llantos, la derrota. Las armaduras las construyen el querer rendir cuentas, el reclamar aquello que se dió y que hoy no nos da recompensa.
    Los sentimientos no son un mercado fiable, se asemejan mas a una inversión, que quizá nos dejen la ruína, pero que por otro lado, si llega a buen puerto , sea la inversión de tu vida.
    ¿Las armaduras?, nos protegen aparentemente, siempre hay fisuras, y a veces nos protegen descontroladamente, dejando entrar cosas, que no merezcan la pena.
    ¿La solución? intentar buscar aquello que fuimos, no en lo que nos hemos convertido. Buscar esa esencia, de la que tantas veces me hablas.

    ResponderEliminar